Cristóbal Gil
Mayo es un mes de sorpresas en lo natural, y el de 2011 va a ser todo un resumen de las cosas que pasan y de las que deberían pasar. Comenzó el mes con la celebración del uno de mayo, fiesta litúrgico-sindical que es un patrimonio que se mantiene vivo a pesar de lo poco que lo obrero vende en el “mercado”, y menos lo obrero-pensante, consciente de que todavía le deben una parte de la riqueza que genera con su tiempo, conocimientos y esfuerzo. Pero este año en el contexto de una Europa dominada por el discurso de la inevitabilidad del desmantelamiento de los mecanismos de cobertura social , idea que, por cierto no es nada nueva, (basta recordar el agresivo intento privatizador que supuso la llamada Directiva Bolkestein en 2004, que no en balde, en su día, fue bautizada por la Confederación Europea de Sindicatos como Directiva Frankestein), y en el contexto de un gobierno español resignado desde hace meses a seguir la senda del recorte de derechos y prestaciones sociales como única forma de contentar a los depredadores “mercados”, todos esperábamos de esta señalada fecha.
En un contexto de casi 5 millones de víctimas de las políticas de ajuste sobre lo social , con la negociación colectiva cuestionada en aras de la gran falacia de la libertad contractual del trabajador individual , con el cuestionamiento del mantenimiento de la cobertura sanitaria pública y de calidad, con privatizaciones injustificadas e injustificables, con la insistencia de que la única medida posible pasa porque todos paguemos un déficit publico generado no por el aumento, necesario, del gasto social , sino por un injusto sistema fiscal y la asunción por parte del estado de parte de la deuda especulativa privada, parecía que este primero de mayo debería haber sido algo más que ese auto sacramental; debería haber tenido contenidos de protesta y de posicionamiento social. Pero no fue así, y sin duda, en esto mucho tiene que ver la campaña feroz que han sufrido y sufren las organizaciones sindicales por parte de la inmensa mayoría de los medios de comunicación, financiados y controlados por los poderes económico-financieros.
Pero también tiene que ver con que los Sindicatos, quizás deben hacer una reflexión sobre su papel social, recuperando su rol de articular de los intereses de la mayoría , papel que en muchos momentos han jugado de forma indiscutible, y puede que olvidaran que la indignación social está incubada , que nadie se ha dignado desde las instituciones públicas, y tampoco desde las sindicales, a explicar con claridad e insistencia las causas de esta situación a la ciudadanía, que nadie ha desenmascarado directamente a los verdaderos responsables , y que, en una sinfonía de la confusión calculada, esa indignación de forma preocupante la están rentabilizando paradójicamente aquellas fuerzas que defienden el modelo más anti –social: los representantes de la especulación de la nada financiera que más beneficios particulares obtienen con la crisis general.
En este escenario surgen algunos indicios de esperanza, parece que algunos ciudadanos quieren hacer una lectura de su indignación, quieren empezar a reaccionar, parece que muchos de ellos son jóvenes y defienden con uñas y dientes sus posiciones “no contaminadas” por intereses ajenos. Parece claro que el 15 de mayo, se presenta una nueva oportunidad para todos y todas, de fijar posiciones de defensa de lo social, de lo público, de políticas de gasto social que son generadoras de empleo, de exigir de una vez una democracia de calidad con dos claros pilares: el primero el crear cauces de participación efectiva y el segundo el redefinir el papel de los encargados de gestionar nuestra soberanía como servidores públicos. Y todo esto con visión de futuro.
Esta lucha encuentra sus razones en medidas que se van imponiendo desde hace décadas; compensar tanto poder económico desregulado es una tarea difícil, tarea que pasa de forma indefectible con la articulación de intereses colectivos, que pueden tener su origen en distintos focos, pero que tienen un denominador común, la indignación pro – activa, la voluntad de ser protagonistas de nuestras vidas y el convencimiento de que es posible el cambio.
Desde esa visión de futuro este 15 de mayo debe servir para articular intereses comunes desde la acción y la reflexión, de ahí la importancia de que se visualice la “indignación” y se reivindique la inteligencia social frente a la estulticia en la que nos quieren situar los políticos mediocres, la ambición desmedida de algunos y la manipulación de los medios de comunicación. La batalla es contra la idea de que este estado de cosas es inevitable , que viene inscrito y determinado en nuestro mapa genético, para demostrar, que, por el contrario, es una situación injusta que ha sido generada conscientemente en la no todos pierden, solo perdemos la mayoría, y que hay alternativas democráticas en lo político y en lo económico. Alternativas de fiscalidad progresiva y redistribución social, de gasto social imprescindible generador empleo directo, que tenemos el derecho colectivo para controlar y gravar los movimientos especulativos financieros improductivo, y que el beneficio tiene una función social . En definitiva que, este mundo solo es sostenible con otro modelo basado en la generación de riqueza de utilidad social y restaurador del medio. La actual situación solo es posible en sociedades atomizadas y desconcertadas, con instituciones políticas que renuncian a su papel de intervención y regulación, con ciudadanos meros consumidores pasivos y un sector público desprestigiado.
Nuestra respuesta, la del 15 de mayo, es una apuesta de articulación social, de debate público mediante la acción, la educación y la reflexión, de exigencia de una política participativa y unos políticos al servicio de la ciudadanía y no meros productos electorales, y de lucha, en definitiva, por una democracia participativa.
Y siendo tiempo de siembra, que mejor que estas semillas, las del 15 de mayo, contrasten con la necedad a las que no someten, para nuestra desgracia y a todas horas, los políticos, peleando por un poder al que, paradójicamente, vacían de contenido, con la justificación de sus conductas corruptas como trasfondo.
Al menos el que escribe esto no pierde la esperanza que en la recogida de cosecha estemos todos, personas que crean que en el papel de servicio y redistribución que debe jugar la política, y sindicatos fuertes y enraizados, que formen parte de una ciudadanía articulada y activa.
Tenemos razones y por eso es necesario que el 15 de mayo reinvidiquemos nuestro papel como ciudadanos activos que no se resignan a ser “una mercancía en manos de políticos y banqueros”.
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